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Tamalitos

Los tamales de pollo de mi mamá son motivo de alegría, los de calabaza con camarón traen noticias de mi destino, de la corriente que debo seguir.

Mi mamá siempre me enseño que debo aprender solito, para que el guamazo cuaje, dice que nadie escarmienta en cabeza ajena y tiene mucha razón, compartimos varios gustos, el canto, el cine, las artesanías y dar caminatas largas por la “Tres de mayo”, somos aferrados y así sea en el último puestecito al final de la calle, encontramos los caracoles de barro en el color, tamaño y estilo que buscábamos, nada de conformismos, ni negros, ni con cara de caricaturas, ni diseños chafas, ni colores fluorescentes, unos caracoles café que quedan bien con su baño. También de repente nos deprimimos y parecemos conectados vía satelital.

Mi mamá baila danzón y es de las mejores, otra cosa que aprendí es que eso hay que buscar, desde niña trabajo en algo que nunca le gusto pero siempre supo sobresalir, navidades y año nuevo con espátula había que despegarla de la máquina de coser. 

Cuando era niño me sentaba en un sofá de dos plazas a ver la tele y le pedía que se sentara conmigo a lo cual me respondía: -nada más termino de cortar esta falda, o esta blusa, es que los uniformes de banorte, es que ya viene al rato la Sra. Licha o la Lic. Sandoval a prueba, pero aunque fuera un rato se sentaba a acompañarme.

Ahí vimos “El color púrpura” mi película favorita, en un edificio de INFONAVIT en mi natal Tampico. En la secundaria le grite, en respuesta obtuve una buena cachetada y unos manotazos en la espalda.

Aparte de enseñarme a respetarla aunque a veces no soy el mejor hijo, me enseñó a lavar y planchar mi uniforme, eso sirve mucho cuando uno viaja solo como yo, me dejo ser, volar, romper, gritar, correr, soñar, amar, descalabrar, tirarme en el piso, caminar descalzo, me dio medicina para el estomago toda la noche cuando lo que tenía realmente era el apéndice a punto de reventar, lloró cuando me atropelló un microbús en la secundaria y una vez en la preparatoria hasta me iba a reportar como desaparecido por que no escucho que me quedaría a dormir en casa de un amigo.

La televisión nos juntaba a ver a dos personajes , llamándonos a gritos de emoción acudíamos al sofá a ver a Astrid Hadad o a Pita Amor en “Un Nuevo Día” con Cesar Costa y Rebeca de Alba ,eso ya en la colonia Smith y viendo ese mismo programa ya viviendo por colonias años después decidí hacerle una confesión, desde ese momento entendí que a mamá no le importa que haga de mi vida, que tire o desperdicie, que coma, que me ponga, a quien bese o a quien odie, a mi mamá solo le importa que nadie me haga daño y que siempre haga mi máximo esfuerzo.


Cuando gusten los invito, a que pueben sus tamales, también hace ricos tacos de huevo con chile verde y un mole que no da agruras, torrejas con piloncillo, pollo al horno y spaghetti verde, picadillo y tortillas coloradas y un pay de piña con queso que te quita el calor, pero esas son historias que de pronto no recuerdo, mientras prueben sus tamales y verán que no les miento.

2 comentarios:

  1. Que bonito poder expresar con palabras lo que sientes por tu ma!!! besos y abrazos!!
    ahhh y yo quiero tamalitos!!!
    S.

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  2. Muchas gracias por leerme y cuando gustes hay pa todos, de calabaza con camarón, de puerco en adobo, de pollo con verduras, de piña con pasas, de picadillo, jojojo grax abasho!

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GRACIAS POR LEER.